Historia del espiritismo en francia



El Espiritismo surgió a partir de los trabajos de un francés, Hippolyte Léon Denizard Rivail (1804-1869), quien fue uno de los primeros investigadores en adoptar y adaptar métodos utilizados en el ámbito científico para investigar el fenómeno mediúmnico y construir un cuerpo teórico de carácter filosófico-científico. Con una formación académica tradicional, formada en el Instituto de Educación del profesor Pestalozzi, en Suiza, Rivail fue, durante años, profesor y director de Liceo, además de escritor de libros de ciencias, gramática, pedagogía, matemáticas, etc. Preocupado con la investigación pedagógica, que ponía la razón por encima de cualquier forma de afirmación dogmática, sea religiosa o científica, defendió el derecho al libre examen en cualquier materia, sea de fe o de cualquier otra forma de conocimiento, combatiendo la intolerancia y el dogmatismo religioso.
Miembro de al menos 13 sociedades científicas, a partir de 1855, tras varias observaciones y experimentos en sesiones mediúmnicas en boga en la época, concluyó por la naturaleza espiritual e inteligente de los fenómenos. Comprendió que se abría la posibilidad de una investigación directa sobre la condición del alma después de la muerte, la condición de los espíritus y la prueba definitiva de la inmortalidad del alma y comenzó a organizar sistemáticamente sus estudios sobre la materia. Rivail, que acabó adoptando el seudónimo de Allan Kardec, desarrolló el edificio teórico del Espiritismo basándose en las comunicaciones mediúmnicas recibidas por varios médiums en diferentes ciudades y países. Comenzó a llevar a las reuniones mediúmnicas preguntas sobre diversos problemas filosóficos y a analizar las respuestas dadas por los espíritus.
La existencia de un mundo invisible, que era una especulación religiosa o metafísica, habría pasado a ser objeto de un enfoque empírico. Una de las características centrales del enfoque que Kardec estaba desarrollando era la naturalización del mundo espiritual. Las manifestaciones espirituales serían objeto de investigación empírica: se observaban y comparaban; se deducían sus consecuencias; se rastreaban sus causas.
Al comprobar la calidad del material recogido y sus proporciones, decidió publicar el resultado de sus investigaciones. El 18 de abril de 1857, tras dos años de investigaciones, Rivail publicó la primera obra basada en sus estudios sobre los fenómenos mediúmnicos, El libro de los espíritus. Para dar nombre al conjunto de formas narrativas e informes organizados, forjó el término Espiritismo o Doctrina Espiritista precisamente para diferenciar la nueva doctrina de otras creencias espiritualistas, definiéndola como “una ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus, así como de sus relaciones con el mundo corpóreo”. El mundo de los espíritus sería tan natural y se regiría por leyes naturales como las estrellas y los microorganismos. Kardec decía que los médiums podían compararse a los microscopios o telescopios, en el sentido de que permitían observar un mundo que no se podía ver a simple vista.
Para él (KARDEC, 1868), el Espiritismo sería esencialmente una filosofía con bases científicas e implicaciones morales, no constituyendo una religión según la concepción habitual de la palabra. Los espiritistas suelen referirse al triple aspecto del Espiritismo: ciencia, filosofía y religión. Entre los principios espiritistas básicos, se pueden destacar: la existencia de Dios, la inmortalidad del alma (adoptando una concepción dualista del ser humano, la reencarnación, la evolución, la mediumnidad y la aceptación de la ética cristiana con énfasis en la práctica de la caridad.
Después de la publicación de El Libro de los Espíritus (1857) vinieron, sucesivamente, El Libro de los Médiums (1861); El Evangelio según el Espiritismo (1864); Cielo e Infierno o la Justicia de Dios según el Espiritismo (1865); Génesis, Milagros y Predicciones (1868). Además de estos libros, Kardec publicó otros cinco folletos inéditos de divulgación del Espiritismo, dos folletos más con extractos extraídos de la Revue Spirite y una obra póstuma.





En enero de 1858 se fundó la Revue Spirite: Journal d’études psychologiques, la revista espiritista de mayor circulación en Francia en la época. De él salieron varios artículos que, remodelados, constituyeron gran parte de sus libros. Y, en abril del mismo año, se fundó la Société Parisienne des Études Spirites (SPES), con el objetivo de reunir a los interesados en el estudio del Espiritismo “como otros se reúnen para estudiar la frenología, la historia o otras ciências”. Esta organización contribuyó a la expansión del movimiento espiritista en Francia y en otros países, como Brasil.

Además de la publicación de las obras y de los trabajos en la SPES, Kardec realizó varios viajes por el interior de Francia para divulgar la nueva doctrina y orientar el proceso de creación de nuevas sociedades espiritistas, además de mantener una amplia correspondencia con los espiritistas con más de mil centros espiritistas en todo el mundo, presentes en 268 ciudades, en al menos 37 países, en Europa y en el extranjero. Este intenso debate con estos corresponsales contribuyó positivamente al proceso de elaboración y consolidación del Espiritismo.
A medida que aumentaba el número de adeptos en Francia, las opiniones en la prensa y en los círculos religiosos, intelectuales y científicos se diversificaban. No sólo en Francia, sino también en otras partes de Europa y en Estados Unidos, los fenómenos espiritistas fueron objeto de constantes estudios y pronunciamientos por parte de científicos e intelectuales: unos admitiendo la realidad de los fenómenos, otros deslegitimándolos como fraudes voluntarios o involuntarios de sus protagonistas, causa de trastornos mentales, crímenes y suicidios.
Para la Iglesia, los fenómenos espiritistas, cuando no eran fraudulentos, eran causados por los demonios y, por lo tanto, debían ser combatidos severamente. El número de sermones se multiplicó, al igual que los artículos en los periódicos. En 1861, trescientas obras espiritistas fueron incautadas y quemadas en una plaza pública de España, en un episodio que se conoció como el Auto de Fe de Barcelona. Además, la Iglesia Católica incluyó en el Índice, a partir de 1864, varias obras espiritistas. La prensa laica también publicó con frecuencia anécdotas y caricaturas sobre el fenómeno de las mesas giratorias.
El Espiritismo entró definitivamente en la lista de preocupaciones de la clase médica porque lo consideraban capaz de desencadenar y/o agravar la locura, llevando al crimen y al suicidio a través de las prácticas mediúmnicas y su conjunto de creencias. Había una especial preocupación por la locura que se transmitiría de forma más intensa a las generaciones futuras, según la teoría de la degeneración de Morel, tan en boga en la época. A esto se asocian las acusaciones de fraude/charlatanería y misticismo. Allan Kardec, estableció un intenso debate con estos diversos segmentos para refutar el carácter nocivo del Espiritismo y combatir las acusaciones de fraude/charlatanería y misticismo que envolvían las prácticas espiritistas.
Kardec hizo un análisis de dos hipótesis de charlatanería: los trucos de prestidigitación y el chasquido de los músculos. La primera se vio reforzada por los espectáculos dedicados a reproducir, mediante trucos de magia, y demostrar que las sesiones de Espiritismo eran fruto de la charlatanería. La segunda, defendida por investigadores académicos en Francia y en Estados Unidos, encontró razones fisiológicas para los batidos mediúmnicos, como la rotación de huesos, articulaciones y músculos.
Kardec reconoció que muchas de las supuestas manifestaciones mediúmnicas eran causadas por el fraude, pero no estuvo de acuerdo en que todas las manifestaciones mediúmnicas fueran el resultado de esta práctica. Criticó a los que llegaron precipitadamente a esta conclusión, por no ser capaces de encontrar explicaciones más adecuadas al fenómeno. Para él, la posibilidad de fraude era mayor entre los médiums que cobraban por las sesiones, especialmente cuando decían ser capaces de producir manifestaciones mediúmnicas a su antojo, porque la manifestación dependía de la voluntad del espíritu comunicante.
Por otro lado, no encontró ninguna razón para creer que miles de médiums en todo el mundo, en sesiones públicas y familiares, estuvieran comprometidos con el fraude. La simulación de fenómenos mediúmnicos por parte de los prestidigitadores no sería prueba suficiente de que todos los fenómenos fueran falsos. Para él, el Espiritismo tendría mucho que aportar, porque el estudio profundo de la doctrina ofrecería al lector las condiciones necesarias para distinguir una manifestación legítima de una mediumnidad fraudulenta.
Kardec consideraba que las manifestaciones mediúmnicas que generaban transportes de objetos, golpes y respuestas a preguntas banales eran más propensas a la charlatanería que las llamadas comunicaciones inteligentes cuyo contenido era de gran profundidad filosófica, científica o moral. Tampoco descartó la hipótesis de que los movimientos de las mesas pudieran explicarse por la acción de una fuerza física conocida o desconocida. Físicos importantes como Michael Faraday y François Arago realizaron experimentos en sesiones de mesas giratorias, llegando a la conclusión de que los movimientos de la mesa se derivaban de acciones musculares apenas perceptibles de las manos de los participantes alrededor de la mesa.
La idea de que las fuerzas físicas estaban entre las causas de los fenómenos fue una de las primeras hipótesis planteadas por Kardec. Sin embargo, para él, tal posibilidad era consistente para explicar las mesas giratorias, pero insuficiente para ofrecer respuestas a fenómenos como los batidos que respondían a señales inteligentes. Kardec también admitió que una actividad mediúmnica podía ser causada por la superstición, la credulidad y que un pretendido médium, de hecho, podía ser portador de trastornos mentales. Sin embargo, afirmó que un fenómeno mediúmnico no podía ser el resultado de una ilusión o alucinación cuando era observado, al mismo tiempo, por numerosas personas y desconocidas entre sí. Además, la alucinación no ofrecería respuestas para los fenómenos inteligentes, como la escritura mediúmnica, que a menudo proporcionaba información desconocida para el médium, posteriormente confirmada.
Allan Kardec trató en varias ocasiones la cuestión de la locura y sus relaciones con el Espiritismo. Destacó la base biológica de la locura y la influencia del entorno cultural del paciente en el contenido de la psicopatología, pero añadió otro origen: las obsesiones, es decir, “la acción persistente que un espíritu maligno ejerce sobre un individuo”. Kardec realizó un estudio detallado de las alteraciones de la sensopercepción, proponiendo, como hipótesis, tres tipos: la alucinación, la imaginación y las apariciones o visiones verdaderas.
Además de rechazar un papel patógeno del Espiritismo, Kardec sostenía que el punto de vista espiritista ayudaría a afrontar las dificultades de la vida, funcionando como un amortiguador de los acontecimientos vitales estresantes. Demostrando claramente la finalidad de la vida, motivando al ser humano a superarse cada vez más, el Espiritismo evitaría el disgusto con la vida y la melancolía, a pesar de reconocer la existencia de predisposiciones orgánicas. El Espiritismo también reduciría los casos de locura al evitar el uso abusivo del alcohol.
Fuentes: INTERAÇÕES, Belo Horizonte, Brasil